EDITORIAL: El primero te lo regalan y el segundo te lo venden
Por Leonardo Pakarati
Terminando el año, miramos hacia atrás solo para tener una vista en perspectiva de lo vivido y así evaluar lo bueno y malo del periodo. Cuando la sensación que nos queda en este balance anual es de conformidad y alegría, quiere decir que hemos tenido un año productivo, benevolente, amoroso si se quiere. Si por el contrario la sensación es de intranquilidad, disconformidad, o algo parecido a lo que sienten los náufragos, aferrados a su tabla en el mar inmenso, esto se debe entender como un año mezquino, de esos que no hayamos la hora que terminen. En ambos casos, siempre nos queda un año nuevo de paquete, sin usar, listo para convertirlo en todo aquello que hemos deseado, partiendo por ser mas felices, valorando todo aquello que tenemos y que nos hace privilegiados. También tenemos la obligación de defender estos privilegios, a saber, un ambiente descontaminado, un territorio acotado y posible de ser manejado con efectividad y diligencia, el océano inmenso que nos rodea, alimenta y protege. En este ultimo «valor agregado» me quiero detener, el moana nui, para algunos solo se trata del refrigerador donde van a buscar sus pescados, caracoles y cualquier cosa que se pueda explotar en el. Para aquellos que somos rapa nui, el océano debiera significar mucho más, es la conexión con nuestra historia, con el pasado, sobre sus aguas navegaron por siglos los tupuna y siguiendo las estrellas fueron conquistando cada trozo de tierra habitable que encontraron a su paso. Este viaje homérico no ha terminado, nosotros los descendientes de los navegantes, debemos continuar con el viaje, tal vez ya no surcando los océanos, pero si a través del tiempo, nos debemos convertir en éter nautas, con la misión de preservar la cultura de nuestros ancestros, la nuestra propia, para siempre. Es por eso que estamos llamados a informarnos y estar atentos a cada cosa que pueda influir en nuestra forma de vida, cada «regalo del estado» debemos mirarlo con detención par que no nos pasen gatos por liebres, participar de las decisiones que se tomen para nuestro territorio. Un ejemplo de esto es la ley de pesca, llamada ley Longueira, que el gobierno trata de aprobar a toda velocidad, esta ley hecha para beneficiar a un pequeño grupo de empresarios pesqueros y por más que en ella se contemplen algunos «espejos y vidrios de colores», para los llamados pueblos originales, la verdad es que la tajada gigante se la llevan solo unos pocos, que no forman parte o no se reconocen como parte de estos pueblos. Aeropuerto nuevo, puerto en hanga piko, centro cultural, nuevo museo, parques submarinos, sistemas energéticos eficientes, son solo una muestra de un sin numero de propuestas, planes de desarrollo y otras iniciativas que jamás han sido consensuadas con la comunidad rapa nui, ni siquiera tenemos un mecanismo de consulta apropiado y democrático para realizar la consulta… Entonces a no bajar la guardia y estar atentos a todo «engañito» que el gobierno nos obsequie, recuerden que el primero te lo regalan y el segundo te lo venden. Aroha nui.