Un moai para Minami-Sanriku
El terremoto y tsunami ocurrido en Japón en diciembre del 2011, ocasionó máxima destrucción en muchos lugares del país nipón. En un pequeño poblado, situado en la costa este de Japón, llamado Minami-Sanriku, existía una réplica de un Moai donado el año 1991 a la prefectura de Miyagi, en señal de unión de ambos países. El terremoto y posterior tsunami dañó la estatua que estaba originalmente en un parque, la Plaza Chile. Desde ahí fue rescatada parte de ella y fue trasladada hasta un colegio, donde fue montada en un lugar de privilegio.
El cariño que el pueblo japonés tiene por Rapa Nui, hizo que solicitaran al Presidente Piñera, quien realizó una visita oficial al lugar en marzo de este año, una nueva réplica de un Moai para ser devuelto a este lugar, compromiso adquirido por el mandatario y empresarios que lo acompañaban en su gira.
Cuando la prensa nacional dio a conocer este hecho, en Rapa Nui, Alfredo Tuki se enteraba de esta noticia y pensando en toda la cooperación que Japón ha prestado a Isla de Pascua, planteó a su padre, Manuel Tuki, la idea de construir una réplica que fuera entregada al pueblo japonés en símbolo de unión de ambos países. “Un día vi llegar a mi papá y a Alfredo a mi casa, me plantearon la idea y le dije: papá, yo encantado de hacer el Moai, pero más feliz voy a estar si lo hago contigo, quizá sea nuestro último trabajo juntos… y ahí partió toda esta idea” (Bene Tuki, Escultor)
Desde ahí Manuel y sus hijos comenzaron un trabajo, que más de alguna dificultad encontró en el camino. Lo primero, fue hablar con Daniel Platovsky, quien aceptó esta idea familiar y ayudaría a concretar, de ahí reuniones con CODEIPA, Gobernadora, CONAF, Consejo de Monumentos y otros, primero con el afán de planificar bien el trabajo y también para lograr obtener una piedra que permitiera realizar un réplica de unos 4 metros.
LA PIEDRA
La materia prima en la que sería esculpido el Moai, debía buscarse entre varias alternativas que dieron las diferentes instancias. La piedra, sería el primer obstáculo a vencer en este recorrido. “La piedra no fue el problema, el problema lo tuvimos con los seres humanos. Este es el problema que siempre hay en la isla, porque nunca están de acuerdo y nunca se deciden. Fuimos por todas las vías legales, CODEIPA, Consejo de Monumentos… fui con mi viejo a CONAF y estando la jefa presente no nos recibió, nos desvió a una oficina de al lado. Cómo le faltan el respeto a alguien de esa forma, que le cuesta recibirlo, es un koro, es una cosa de respeto. En ese tiempo ya estábamos atrasados y mi papá dijo que sacáramos una piedra de su parcela, la que dejamos cerca de Vaihu , pero yo no estaba conforme porque la encontraba pequeña”. (Bene Tuki, Escultor)
Tras estas dificultades, acudieron hasta Rano Aroi, donde CONAF había autorizado la extracción de una piedra, sin embargo, al llegar al lugar Bene se dio cuenta que la piedra era muy dura, por lo tanto, se necesitaba mucho tiempo para ser esculpida.
Ante esta situación, optaron nuevamente por la piedra extraída de la parcela del koro “Ahi vino un lío familiar que era peor que el otro, había nuevamente problemas por la piedra, esta vez dentro de la familia. Al tercer día de estar trabajando ya no aguanté, dejé todo botado, me puse a llorar y le dije que no podía más. En un momento estaba sicológicamente mal, ahí mi viejo me tomó el hombro y me dijo: hijo no me dejes solo en esto. Se me rompió el corazón, cuando me dijo eso yo sentí una fuerza en los pies que se me salía por los pelos, fuimos a buscar la piedra, y la trasladamos hasta la casa de mi hijo mayor, Alex. Cuando llegamos con la piedra allá me sentí diferente, ahí estaba el resto de la familia y se comprometieron a ir todos los días”. (Bene Tuki, Escultor)
Con la unión familiar, se comenzó a trabajar. Poco a poco comenzó a llegar más gente, a las hijas de Manuel Tuki, se unieron un hijo que vive en Alemania, sobrinos, nietos y gente que apoyaba la causa.
“Con esa gente lo hicimos, fíjate que desde el momento que pasó este problema familiar, yo vi que mi papá se me iba. Hoy el proyecto está terminado, feliz de haberlo hecho como siempre mi viejo lo planteó, como un proyecto gratis, aquí nadie ha ganado dinero, nadie puede cobrar nada, así que feliz. Yo creo que va a ser el ultimo proyecto con mi viejo. Creo que ese Moai unió a nuestra familia y no sólo a nuestra familia, sino también otras familias que estuvieron ahí. La familia de Carlos Mardones, por ejemplo, Carlos es para este proyecto la persona que más cooperó incluso él hizo el pukao, junto a un sobrino. Carlos Mardones nos apoyó en todo sentido de la palabra, por esa razón yo quiero que vaya conmigo a entregar el Moai a Japón”. (Bene Tuki, Escultor)
Ahora el Moai está terminado, embalado y guardado en una bodega de la guarnición de infantería, esperando para ser trasladado hasta el continente y entregado en Japón en mayo del año 2013. Luego de haber terminado este Moai, Bene y su familia se sienten plenos de haber cumplido y de ver la unión de su familia, en torno al sueño de su padre: hacer un Moai, completamente gratis para Japón, país que ha colaborado con el cuidado del patrimonio arqueológico de Rapa Nui y también con las catástrofes que han golpeado a nuestro país el último tiempo. Al preguntarle a Bene a quien agradece, no duda un instante “A mi papá por habernos traído a este mundo y poder dar la mano, con este gesto, a este país, a mis hermanas que trabajaron todos los días y a toda la familia que estuvo apoyando día a día. A Carlos Mardones, Luis Allende y especialmente a mi hermano Ignacio, que estuvo trabajando desde el primer día de sus vacaciones, hasta el último que se fue de regreso a Alemania, él estuvo ahí, sin vacaciones, codo a codo trabajando y sufriendo con este proyecto… eso lo agradezco de corazón. (Bene Tuki, Escultor)