José Teao, artesano de Rapa Nui, realizó talleres en el Centro Cultural palacio de La Moneda
Con Ukelele en mano, José Teao, ha traído un pedacito de Isla de Pascua a la tienda de Artesanías de Chile en el Centro Cultural La Moneda, lugar en el que se encuentra realizando talleres.
Con una sonrisa advierte que para sus amigos su verdadero nombre es “Pari”. La pregunta es inevitable. ¿Conversaremos con José o con Pari? “Con Pari pues mi amigo, por supuesto”.
Nació y creció en la Isla de Pascua, lugar que abandonó a los 18 años para realizar el servicio militar en lo que él denomina “el continente”. “Fue la primera vez que dejaba la Isla y también la primera vez que usaba zapatos”. Hace tres años se radicó en Rancagua y desde ahí llegó la semana pasada para enseñar a tallar distintas figuras de la simbología Rapa nui, utilizando moldes para dibujar los símbolos y un partidor para realizar el tallado, junto a Artesanías de Chile.
Entró al mundo del arte Rapa Nui observando a hermanos, tíos y sabiendo que de esa forma podría honrar a sus antepasados. Cree que para convertirse en un maestro en cualquier disciplina se debe trabajar por cinco años. El lleva 25 haciendo artesanía y eso le entrega una confianza inquebrantable en su trabajo. “Cuando te conviertes en un profesional, en un maestro, puedes imprimirle un sello a tu trabajo. Mis moai tienen orejas curvas, no rectas como las hacen los demás, ese es mi sello”.
Trabaja a tiempo completo, pero sabe que no ha tocado techo. “Uno nunca termina de aprender, te sigues perfeccionando día a día. Alguien te puede decir que hiciste algo perfecto, pero uno sabe que hay un detalle, nadie lo puede ver pero uno sabe que está”. En Rancagua tiene una tienda que él denomina “un rincón de Rapa nui” y con orgullo cuenta que hace despachos y trabaja con Transbank.
Tahonga, que es el huevo de la fertilidad y Aringa ora, que es un moai que significa rostro de los antepasados, son algunos de los símbolos que los asistentes pueden aprender a tallar. “Cuando los niños terminan su trabajo les cuento la historia que hay detrás del símbolo que realizaron y como regalo se llevan la pieza para la casa”, cuenta.
Cuando los asistentes son adultos hay un valor agregado. “En esos casos me preocupo de analizar el grado de estrés de cada uno, porque cuando uno trabaja la parte psicomotora fina demuestra el nivel de estrés que posee. En Santiago, donde todos viven apurados, durmiendo con un ojo en lo que harán el día siguiente, con medios de transporte colapsados, el estrés es muy alto”.
Su vínculo con Artesanías de Chile está comenzando y se muestra muy ilusionado. “Yo procuro traspasar mucho cariño, sé que es difícil traer gente desde la Isla y para mí es muy importante estar aquí traspasándole a la gente conocimientos sobre mi cultura, pues abunda la ignorancia y espacios como este son muy relevantes, pueden contar con la entrega del Pari”.